lunes, 5 de julio de 2010

Martino violó el derecho de sangre de Lucas Barrios

Se puede afirmar que jamás en la historia del fútbol Paraguayo nuestro equipo llegó tan lejos en un Campeonato Mundial, como ocurrió ahora en este 2010. Sin embargo, se sufrió una eliminación no necesariamente ‘injusta’, sino más bien pueril e infantil. Esto requiere reflexión. Se puede iniciar el comentario diciendo que la labor del técnico Gerardo Martino fue oportuna e inteligente, desde las eliminatorias. Pocas veces un extranjero llegó a entender toda la índole paraguaya y darle a partir de allí un nuevo camino. Ya se dijo que Martino tiene la virtud de saber escuchar y de entender mucho de fútbol. Otro aspecto positivo a destacar es que Paraguay continúa con su tradicional entrega, su garra y su fibra en el campo de juego.

Con relación al partido con España hubo, sin embargo, algunos percances y errores. En primer lugar viene la pregunta: ¿cual seria la razón por la cual el técnico no le tuviera desde el vamos a Lucas Barrios?. Mucho más habilidoso e incisivo que Oscar Cardozo (este debería entrar en un segundo momento, como una opción). Aquí se hace necesario un análisis sociológico. Gerardo Martino seguramente venia sufriendo algunas presiones en ámbito nacional sobre el problema de naturalización de algunos jugadores argentinos. El propio Carlos Gamarra y José Cardozo, grandes ídolos, dijeron a la prensa que son contrarios a la inclusión ‘exagerada’ de estos jugadores. No dejan de tener razón, pues el Paraguay debe ser representado por los paraguayos. Sin embargo, una naturalización no forzada y respetando el derecho jurídico de ius sanguinis (o ‘derecho de sangre’ de los romanos) como es el caso de Lucas Barrios, de madre paraguaya, no debería ser motivo de presión. Aquí se incluye a Jonathan Santana que también ha jugado y muy bien el partido contra España. Gerardo Martino como un hombre diplomático y que escucha a los otros, dejó en el banco de suplentes a un gran jugador como es Barrios. El resultado fue desastroso. La verdad es que Oscar Cardozo no tiene la pujanza y la habilidad suficiente para este tipo de enfrentamiento deportivo. Es todavía un jugador de club que gracias a su estatura y algunos arrojos consigue tímidamente destacarse, pero es evidente su falta de talento. Seguramente por efecto de la presión le faltó libertad para optar a Gerardo Martino. Somos todavía autoritarios en nuestras decisiones y presionamos cuando no debemos – una postura que probablemente cargaremos hasta la tumba - y no tratamos de reconocer algunos valores equivocados que guardamos en el inconsciente.
Otra forma equivocada de entender la realidad por parte de los paraguayos es que somos apegados a las improvisaciones. Cualquiera hace cualquier cosa a cualquier momento. Esto tiene que ver con el penalti perdido por Oscar Cardozo. Los equipos más organizados tienen sus jugadores específicos para cobrar el penalti. Claro que pueden errar también, pero se disminuye enormemente las posibilidades. En esto tiene culpa el técnico Gerardo Martino por no haber entrenado exhaustivamente a determinados jugadores sobre este particular. ¿Quién es el cobrador oficial de penalti en el equipo de Paraguay?. Nadie sabe. Seguramente no es Oscar Cardozo, pues, por un milagro en el partido anterior el arquero de Japón no se hecha al otro lado y detiene el balón de Cardozo. Pésimo cobrador de penales… Pero, Oscar Cardozo no tiene la culpa, la verdad es que somos el país de las improvisaciones… Cualquiera hace cualquier cosa a cualquier momento. Y seguramente vamos a continuar así.
Lo que debe quedar de positivo de este campeonato es entender que a pesar del éxito relativo el fútbol paraguayo debe seguir un nuevo camino. Ya se hizo mucho con Gerardo Martino, gran alumno de Marcelo Bielsa que valoriza el fútbol bello y ofensivo, pero se puede más. Por ejemplo, debemos reconocer que nuestro fútbol carece de jugadores habilidosos y que practican el dribling profesionalmente. Es diferente de lo que ocurre en Uruguay y Argentina. En Paraguay el fútbol se entiende básicamente como un despliegue físico, donde el habilidoso tiene que ser derribado, hasta por la fuerza. El fútbol está más para un campeonato de box que para una toreada. Si superamos esto no vamos a necesitar de jugadores naturalizados. Pero: ¿Cómo pasar por encima de este atávico proceso?. Algunas ideas deben incluir actividades de carácter popular como: intensificar los campeonatos de fútbol de salón; crear escuelas de fútbol con esta mentalidad de fútbol arte; imponer penalidades a través de los árbitros a jugadores no habilidosos que utilizan la fuerza y la violencia contra jugadores habilidosos; etc.
Paraguay perdió una gran oportunidad de llegar a las semifinales (y hasta a las finales), se merece todas las loas y debe llevarse todos los créditos “por hacer que España se vea ordinaria” (como publicó la revista norteamericana Time); pero, nos ha faltado una mentalidad que supere lo atávico; que supere el autoritarismo. Nuestras decisiones son todavía fundamentadas en improvisaciones y en una mentalidad que valoriza lo que no es real; impulsado por las emociones enaltecemos lo superficial y jugamos todas nuestras cartas por lo aparente.

(*) Es profesor de la UEPG (Brasil), Máster en Ciencias Políticas y autor del libro: “Paraguay: Ciclos Adversos y Cultura Política”, editora Servilibro, Asunción, 2005



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