lunes, 8 de marzo de 2010

Masacre de Caaguazú, apuntes contra la amnesia selectiva


Por Nemesio Barreto Monzón (*)
Se cumple hoy 30 años de una de las masacres más terribles perpetradas du- rante la prolongada dictadura de Stroessner. Pero pese al tiempo transcurrido, este caso sigue en la total impunidad. Parece ser que a la Justicia paraguaya se le perdió la vara. La masacre es conocida como el “Caso Caaguazú”. Fue probablemente la represión más emblemática emprendida por el dictador Stroessner y sus sicarios contra el “comunismo apátrida y ateo” (1).
Todo comenzó cuando un grupo de campesinos de la Colonia Nueva Esperanza (Acaray-mí) fueron desplazados de sus tierras por la señora Olga Mendoza, esposa del general Ramos Giménez. En la madrugada del sábado 8 de marzo de 1980, en el kilómetro 37 de la Ruta Internacional, un grupo de 12 campesinos abordó un ómnibus de la Empresa “Rápido Caaguazú” para viajar a Asunción. En aquella represión de campesinos de Alto Paraná, pertenecientes a las Ligas Agrarias Cristianas, participaron militares, policías  y milicianos del partido colorado. Esta desgarradora historia fue internacionalmente conocida, en parte por la prensa extranjera pero sobre todo por el libro "En busca de la Tierra sin mal" (2).
Pasaron 30 años sin que las autoridades competentes se preocuparan seriamente de castigar a los responsables de aquella brutal represión ni siquiera por saber dónde están los cadáveres de los 10 desaparecidos, enterrados en una fosa común. Los nombres de las víctimas merecen ser recordados: Adolfo César Brítez, Gumersindo Brítez Coronel, Fulgencio Castillo Uliambre, Concepción González, Federico Gutiérrez, Reinaldo Gutiérrez, Mario Ruiz Díaz, Secundino Segovia Brítez, Estanislao Sotelo y Feliciano Verdún. Los asesinos siguen impunes hasta la fecha de hoy.
No obstante el tiempo transcurrido, y gracias a la solidaridad de la gente, se ha podido averiguar algunos nombres de los responsables de aquel macabro festín en el que participaron civiles, policías y militares de las “gloriosas Fuerzas Armadas de la Nación”. Uno de los responsables es el ya fallecido ex Delegado de Caaguazú, Dr. Jorge Sebastián Miranda, quien quedó el descubierto en septiembre de 1993, ante la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados (3).
Existen otros responsables de aquella masacre que a modo de ejemplo merecen ser conocidos y sometidos a proceso penal, como Camilo Almada Morel, el entonces mayor Sixto Benítez Coronel y el general (SR) Carlos Alberto Ayala González, ex Secretario Ejecutivo de la SENAD (1997-1998). Conforme a la Nota Nº 37/81, firmada por el general Bernardino Valoy Arza, en marzo de 1980, el entonces teniente coronel Carlos Alberto Ayala González, era comandante de la Segunda División de Infantería (con sede en Villarrica) y jefe de operaciones de la masacre de campesinos de Caaguazú. Se presume que Ayala González fue auto herido. Cierto o no, existe un certificado médico expedido por el Dr. Victoriano Santacruz Martínez en fecha 11 de marzo de 1980.  Ayala González actuaba en coordinación permanente con el Jefe de Inteligencia Militar, Benito Guanes Serrano, y Pastor Coronel. Asimismo, y según informes de sus ex comandados, Ayala González es el que conoce dónde fueron enterrados los campesinos asesinados. Pero la justicia nunca actuó, ya sea porque ella depende de quién es el que comete el crimen y quiénes son  las víctimas, o porque aplica textualmente el viejo consejo de Don Quijote: “Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dadiva, sino con el de la misericordia. Cuando te sucediere juzgar algun pleyto de algun tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria, y ponlas en la verdad del caso”. (Miguel de Cervantes Saavedra. Don Quixote de la mancha).
Dos de los sobrevivientes de aquella masacre, Apolonia Flores y Victoriano Centurión, denunciaron a los verdugos en todas las instancias pero sin ningún resultado; algunos de los responsables ya fallecieron, mientras que otros viven tranquilamente en confortables mansiones. Apolonia Flores Rotela tenía 12 años en la época en que ocurrieron los hechos, recibió dos balazos en el muslo y pasó seis meses en la prisión de mujeres “Casa del Buen Pastor” (Archivo del terror. Microfilm Nº 00018F 0352 y 00018F 0353).  Apolonia era menor de edad, hablaba sólo guaraní  y nunca había ido a una escuela. Sin embargo, fue procesada como “subversiva”  por el entonces Juez José Francisco Appleyard, quien años después fue abogado defensor del general Lino Oviedo.
En tanto que Victoriano Centurión, logró escapar de las fuerzas represivas, asilándose en la Embajada de Panamá. Victoriano Centurión, un carismático líder campesino, era conocido como “Vitó” o como el “profeta Centú”. El libro “En busca de la tierra sin mal” (Pág. 78) dice que “Era un pequeño comerciante de Caaguazú, que conoció a través de un cursillo a las Ligas Agrarias, ya por 1970. Si la meta era vivir como hermanos, Centú quiso practicarlo enseguida. Por eso dejó de ser comerciante y repartió la mercadería de su almacén entre los vecinos organizados. Desalambró sus propias tierras y las de sus vecinos y lo pusieron todo en común. A raíz de este hecho y por sus palabras que denunciaban las injusticias sin miedo y ante cualquier autoridad, los campesinos organizados le fueron teniendo suma confianza. Otro factor que aumentó su prestigio fue su conocimiento de la medicina natural”. Centú, como se le conoce, mítico líder de las Ligas Agrarias Cristianas, sobrevivió a la “Masacre de Caaguazú”, vivió 10 años en Venezuela. De regreso a Paraguay, Centurión se estableció nuevamente en el campo, dedicándose al cultivo de autoconsumo. Hoy, casi octogenario, es el líder campesino paraguayo más respetado. Pese a los muchos ofrecimientos, nunca se vendió. Las veces que le hicieron alguna oferta, respondía con un argumento inapelable: “Si hubiera querido ser un hombre rico, no hubiera desalambrado mis tierras, hubiera seguido explotando a mis hermanos campesinos”.
Finalmente, es de esperar que la fiscal Sandra Quiñones, que en los últimos años ha ganado experiencia en el rubro de secuestros, tome también este caso. Si no lo hace, por alguna razón valedera, podría pensarse que ella sólo se ocupa de “ricos y famosos” y no de gente con menor ingreso relativo (léase: pobres).

Notas:
1. "Las verdades anticomunistas de hoy" y “Estudiando Felices sin Comunismo” (editados por el Ministerio de Educación y Culto en 1977), eran dos folletos que los alumnos estudiaban en las escuelas y en los seminarios de la Junta de Gobierno del Partido Colorado (ANR). El entonces ministro Raúl Peña decía que “el Ministerio de Educación y Culto tiene la firme convicción de que a través de este Manual se combatirá con éxito al enemigo común de los sagrados valores de nuestra Patria y de nuestra civilización cristiana y democrática”. Muchos “gorilas” de hoy templaron su espíritu anticomunista en aquellas clases “magistrales” del fascismo paraguayo.
2. En busca de la Tierra sin mal.  Indo American Press Service, Bogotá, mayo de 1982. (Con prólogo del Monseñor Pedro Casaldáliga).
3. Véase Nota Nº 32 de la Cámara de Diputados dirigida al Fiscal General del Estado, Dr. Luis Escobar Faella (firmada entre otros por el actual senador Blas Llano).
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(*) Periodista independiente. Vivió en el exilio en Suecia en la década de 1980. Actualmente trabaja como traductor de lenguas nórdicas. “Las relaciones sueco-brasileñas en el siglo XIX” (Traducción, 1989). y “Días sangrientos en Paraguay” (Traducción, 1996). Autor de “Paraguay y sus vínculos con Suecia” (1992) y diversas monografías: “Documentos de la Emperatriz Amalia (1988), “Periodismo y Servilismo” (2003), “La CIA en Paraguay” (2006).