lunes, 31 de enero de 2011

Selección Sub-20: fracaso por falta de revolución

Por Fabio Anibal Jara Goiris * 

Pasan los días y pasan los años y la selección paraguaya, en este caso específico la Sub-20, recogió más una desilusión, pero, ganó experiencia. Todavía las voces de la prensa hacen creer que ganar experiencia es perder partidos para después ‘aplicar lo aprendido’ en campeonatos siguientes. Es la misma teoría que emplearon los españoles a los indígenas cuando vendían espejitos a cambio de pepitas de oro.
En este campeonato Sub-20 en Tacna, Perú, Paraguay perdió su mística. Parece que ya no les importa, tanto a dirigentes, cuerpo técnico y hasta a algunos jugadores, entregarse por completo en el campo de juego. Ya no tiene Paraguay la presencia arrebatadora de un equipo que a punta de corazón consigue sus logros. Entran a jugar pávidos y timoratos. Paraguay jugó sin personalidad. Hasta Colombia que entra en los partidos como a un juego de billar se repuso de un resultado adverso y empató heroicamente con Paraguay. 
La primera señal de que el técnico argentino Adrian Coria no tenía el dominio sobre los jugadores paraguayos se notó en el segundo tiempo de la derrota ante Ecuador. Después de un primer tiempo equilibrado con acciones ofensivas importantes, Paraguay entró en el segundo tiempo completamente desfigurado y desorganizado. Le faltó piernas y sobretodo le faltó alma. ¿Dónde estaba el técnico para mostrarles a estos jóvenes que un partido se gana con una alineación ordenada, con garra y entrega?. El equipo de Ecuador (así como el de Colombia después) se percató de que el equipo paraguayo era una farsa. Paraguay era un equipo que entraba en el segundo tiempo como aquellas personas que van a hacer compras a un mercado. Despaciosas, desatentas, ramplonas. 
Además, existe una observación que resulta oportuna. Parece que algunos de los jugadores de Paraguay hicieron gala de un antiguo defecto cada vez más presente en las selecciones nacionales: hacerse de los engreídos. Es de suponer que creyeron en la vanidad y la jactancia, que seguramente subyace a su antropología y salieron coronados de fracasos. En síntesis: a algunos jugadores les faltó humildad y entrega. 
Se pueden hacer varias conjeturas sobre un tema muy importante: ¿Cómo se seleccionan los jugadores de divisiones inferiores en el Paraguay?. ¿Eran estos jugadores los mejores del país?. ¿Hasta qué punto se seleccionaron jugadores del interior del país?. ¿Por qué la prensa no participa activamente de este proceso de selección?. ¿Cuál es la participación de la hinchada para dar su opinión sobre los jugadores seleccionados?. Según se cree los jugadores tienen sus empresarios que quieren ganarse la gorda haciendo creer a la hinchada de Paraguay de que sus pupilos son los mejores, para valorizarlos y venderlos. Don sonrisitas Napout debería hacer una rueda de prensa responsable, creíble y científica para explicar el fracaso. El pueblo paraguayo debería exigir explicaciones acorde con el avance de los nuevos tiempos deportivos. Hay una carta electrónica de ABC Color escrita por un hincha el día domingo 30 de enero de 2011 que dice: “Para ser honesto... esta es la peor sub20 que vi en la historia; con un futbol mediocre, ignorante, hasta parecían jugadores de escuela de fútbol, todos corriendo detrás de la pelota a la vez. Como siempre los jugadores que tienen empresarios mbareté como se dice vulgarmente son los que siempre estarán en las futuras selecciones… 
Se puede concluir entonces que el fracaso de la selección Sub-20 estaba siendo entretejido por todos los lados y por todos los sectores. En primer lugar, por la inepcia de dirigentes a quienes les falta una visión dialéctica de la realidad deportiva. En el Paraguay, en el deporte como en la política, es difícil que ocurra una renovación en los sectores dirigentes. El pos-stronismo es el hermano mayor del pos-napoutismo. Una parte de la burguesía paraguaya partidista, al parecer en decadencia, hace prevalecer todavía el autoritarismo aplicado al fútbol. La selección Sub-20 no era el reflejo de un pueblo, de una hinchada libre y popular, sino el instinto condicionado de una burguesía de sonrisitas que encontró en el fútbol una de sus últimas válvulas de escape. 
En segundo lugar, el fracaso de la selección Sub-20 también estaba relacionado al eterno tema del técnico de la selección nacional. No se trata de reprobar por puro despecho el trabajo de los argentinos. Pero es cuestión de pensar que el técnico de una selección debe tener calidad y talento en su trabajo, sea paraguayo o extranjero. El Brasil, por ejemplo, ha escogido inteligentemente a Ney Franco como técnico. Este profesional tiene una extraordinaria trayectoria para organizar equipos dentro del fútbol de su país. ¿Existe un técnico con este perfil en el Paraguay?. Esto sería lo ideal. Pero: ¿Qué le hace falta a los técnicos paraguayos para que adquieran este nivel?. Considerando que no existen técnicos de este nivel en el Paraguay se llega a la conclusión que realmente Paraguay necesita todavía de profesionales extranjeros. Sin embargo: ¿Quién escoge a los técnicos extranjeros?. ¿Cuál es la participación popular en este proceso?. ¿Cuál es la participación de la prensa democrática y popular en este proceso?. En realidad son decisiones que reflejan un profundo autoritarismo que todavía pervive en la sociedad paraguaya. No es de extrañar entonces que un comentario que apareció en ABC Color digital el 30 de enero de 2011 dijera esto: “Se jugó a la antigua. Donde Paraguay hacia un golcito y a colgarse del travesaño...claro que siempre se perdía sobre la hora y ganábamos experiencia…”. 
En síntesis, mientras en el Paraguay no exista democracia y participación popular plena, que incluya muy particularmente al fútbol, los fracasos van a sucederse y no es porque al pueblo no le guste el deporte, sino porque el camino del éxito no está en aceptar la media-verdad de las imposiciones de una burguesía eternizada en el poder sino en edificar la verdad-completa originada del consenso. Una nación no se construye sin que exista una verdadera revolución, inclusive en el fútbol. 

* El autor es paraguayo, Máster en Ciencias Políticas, profesor de Universidad Estadual de Ponta Grossa, Brasil, y autor del libro: ‘Paraguay: Ciclos Adversos y Cultura Política”, editora Servilibro, Asunción.
Ver otro artículo de Fabio Jara Goiris