lunes, 18 de enero de 2010

El dilema del Paraguay: la falta de una ideología estratégica y nacionalista

Cada país tiene sus dificultades particulares y también sus logros y ganancias políticas. El Brasil, repleto de aprietos económicos y sociales, ha conseguido mediante un gobierno popular reelecto, reducir la extrema pobreza de gran parte de su población. Bolivia, asolado por dificultades étnicas y económicas sin precedentes, estableció, sin embargo, no solamente un gobierno popular recientemente reelecto, sino que logró construir un modelo teórico, mediante la creación del grupo boliviano Comuna que viene produciendo las reflexiones más importantes de la izquierda latinoamericana. Se puede citar a Ecuador, Chile, Argentina y Uruguay como otros países que están luchando denodadamente para establecer también políticas públicas que sean nacionalistas y populares. A pesar de positivo, este proceso no significa que estos países ya lograron una ‘ideología estratégica y nacionalista’. No llegaron todavía a una democracia social, pero están a camino.

La gran pregunta es la siguiente: cual es la situación del Paraguay dentro de este proceso de cambio político y de contraposición al neoliberalismo?. Cabe recordar una reflexión del politólogo inglés Perry Anderson que decía que cuando surgió el pos-modernismo trajo, sin embargo, algunas dificultades como: estructuras sin historia, historia sin sujeto y teorías sin verdad. Es un poco esto lo que está ocurriendo en el Paraguay. La burguesía (dueña de los medios de producción) y la elite en general (que tiene el poder político) jamás desarrollaron un compromiso con la construcción de alternativas políticas concretas para la democracia.
El pueblo paraguayo es valeroso. En primer lugar porque logró elegir a un presidente (Fernando Lugo), fuera del partido colorado (un partido autoritario e inepto que permaneció 60 años en el poder) y en segundo lugar porque está resistiendo con todas sus fuerzas para que esa misma elite opresora de antaño no consiga destruir la esperanza de que permanezca en el país un gobierno popular. Es evidente que aparecieron otros problemas que dificultaron más todavía la gobernabilidad de Lugo como fue el caso de los hijos del Presidente denunciados por la prensa. Sin embargo, este pasaje fue considerado por el pueblo como de menor gravedad ante el colosal problema de la hambruna y la miseria que infesta desde otros tiempos el tejido social paraguayo.
El mayor obstáculo para que se consolide en el Paraguay la democracia verdadera o social (que involucra a la democracia política y a la democracia económica) es la ausencia de lo que se podría definir, ante la falta de una terminología más adecuada, como ‘ideología estratégica y nacionalista’.  En esta acepción se considera a la ideología en un sentido positivo, es decir, como representando a una mentalidad que tenga por corolario una confluencia nacionalista y democrática. Diferentemente de Marx que consideraba a la ideología – también correctamente - como un instrumento de dominación burguesa que escamotea la realidad. Lo que desune al tejido social paraguayo es la ausencia de lo que aquí se considera como una ideología, como una mentalidad ‘nacional popular’ como diría Gramsci. Se percibe la ausencia de un ideario o un consenso mayoritario que venga desde abajo, desde las masas populares. El Paraguay se resiente de la falta de un pacto social, casi de tipo jacobino, que reniegue la tesis de Tocqueville que defendía a una Sociedad Civil maniatada y temerosa.
En Paraguay viene ocurriendo todo lo contrario a lo preconizado por las tesis progresistas y libertarias. Es decir, tratan de desprestigiar a la Sociedad Civil activa que brega por la democracia. Los campesinos son tratados como extraviados y los izquierdistas como cuatreros y secuestradores. La élite dominante (especialmente aquella que en este momento no está en el poder) intenta por todos los medios de desfavorecer y menospreciar el trabajo gubernamental de Fernando Lugo. Le duele a esta élite tener que soportar en la llanura el designio de las urnas y de la democracia. Además, el problema de la democracia en el Paraguay se torna más grave cuando se sabe que el mismo Vice-Presidente de la República, que pertenece al PLRA, asume un papel grotesco de defensor del neoliberalismo y de las posturas más retrógradas del conservadurismo. Las alianzas políticas en el Paraguay parece que están condenadas a convivir con la traición, la envidia y la apostasía.
El trabajo de Fernando Lugo es como el de Sísifo, personaje de la mitología griega, que representa la metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre en una sociedad deshumanizada. Es extremadamente difícil luchar contra una elite que se apodera de los principales medios de comunicación y tergiversa ideas y propuestas más democráticas. Por ejemplo, cuando el Presidente Alfredo Stroessner cambiaba a una tropa entera de militares poderosos nadie decía nada; ahora los cambios militares de Lugo son considerados como desaciertos, reniegos y herejías imperdonables erigidos contra los ‘intereses nacionales’. El diario ABC Color, por su parte, tergiversa casi todas las iniciativas de Lugo. Si mantiene relaciones políticas y económicas con Hugo Chávez es porque Lugo tiene tendencia comunista y totalitaria. Sin embargo, el Presidente Lula de Brasil desarrolló uno de los mayores programas de intercambio agrícola con Venezuela e inteligentemente la mayoría de los brasileños ha apoyado a Lula (que tiene 85% de aprobación). En el Paraguay, si se sigue a la prensa derechista,  este tipo de relaciones con el gobierno de Venezuela seria considerado un crimen. Pobre pueblo paraguayo!.
Este es el fenómeno que Marx llamaría de alienación de las masas o, más específicamente, una ‘fetichización de la modernidad’. Alienar significa también una forma de coacción que violenta la inteligencia y la voluntad humana. Se coacciona al individuo – especialmente a través de la prensa - para mantener el poder de la clase dominante y desprestigiar las iniciativas populares. Nunca el Paraguay va a aproximarse de la verdadera democracia con esta visión desgajada de la realidad. Una visión creada por una clase dominante y una burguesía política de derecha (de dentro y de fuera del gobierno) que aprovechando su poder mediático distorsiona los valores de la democracia lo que viene a debilitar a las reivindicaciones populares.
El Paraguay por no haber desarrollado (especialmente a consecuencia de largos gobiernos autoritarios de derecha) una escuela de investigación socio-política que creara un núcleo, especialmente en las universidades, que hiciera un bosquejo teórico de una ‘estrategia nacionalista’, ha perdido su contacto con la modernidad sociológica. La ciencia política y la sociología política cedieron lugar a las teorías especulativas y a las presunciones sin verdad. El Paraguay fue asaltado por ideas conservadoras e ideologías autoritarias que durante más de 150 años de vida republicana penetraron en los intersticios de la vida popular y trastrocaron erradamente la mentalidad obediente y oprimida del ciudadano paraguayo. En este embrollo autoritario  surgió, por ejemplo, el anti-lopismo maniqueista promocionado por una burguesía paraguaya que trataba en ese entonces de congraciarse con ejércitos foráneos y apátridas.
El resultado final de esta larga via crucis es un pueblo absolutamente carente del soporte educacional e ideológico necesario para comprender la real magnitud de su condición humana. Resulta trágico, pero también comprensible, escuchar los discursos y propuestas de una elite sin ningún compromiso con la comunidad. Se continúa viviendo en el Paraguay bajo el sistema de ‘comando-obediencia’ o de ‘amigo-enemigo’. Son dicotomías infaltables en un universo desprovisto de soportes científicos y todavía dependiente del clientelismo prebendarlo impuesto por un antiguo sistema político conservador.
Por fin, como en el mito de Pandora, resta la esperanza. El último bastión de las reflexiones teóricas y de las ejecuciones prácticas a favor de la democracia en el Paraguay se concentra en la lucha contra la ‘revolución pasiva’, desarrollada por las clases dominantes. La ‘revolución pasiva’ es una manera sutil y escamoteada que utiliza la burguesía para mantener a la clase subalterna en un estado letárgico y alienado. Por eso, la clase subordinada debe luchar contra todo cambio político que venga desde ‘arriba’ (léase ‘revolución pasiva’)  y bregar por construir una hegemonía política que venga desde ‘abajo’, desde las masas populares.
En el Paraguay se debe pugnar por la construcción de una ‘ideología estratégica y nacionalista’; por la edificación de un ideario popular, engendrado en el seno de la clase subalterna. Este acontecimiento, de alguna manera, se ha iniciado con la elección de Fernando Lugo, pero tiene escollos y obstáculos tan poderosos e insalvables, solamente pasibles de superación con la tenacidad que caracteriza al ‘mancebo de la tierra’ que desde su hibridismo secular grita descorazonadamente con el poeta peruano César Vallejo: ‘ya va a venir el día, ponte el alma’.

(*) Fabio Jara Goiris es paraguayo (nació en Pedro Juan Caballero). Profesor de la Universidad Estadual de Ponta Grossa, Brasil. Máster en Ciencias Políticas. Es autor de varios libros entre ellos, "Paraguay: Ciclos Adversos y Cultura política”. Editora Servilibro, Asunción, 2005. Actualmente realiza doctorado en sociología de la educación en la Universidad de Londres.

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